Siempre me ha perseguido el sentimiento de  no encajar, la sensación de estar fuera de lugar. Aún así era consciente de que tenía que seguir hacia delante. Mi curiosidad y mis emociones me impulsan hacia situaciones que me acercan a lo que podría ser “mi sitio”.

El primer reto que recuerdo tomado conscientemente fue irme de Erasmus. Se abría delante de mí un universo nuevo. Descubrí mi pasión por relacionarme con personas con vidas diferentes, con visiones y creencias distintas,  sin embargo, con mis mismas emociones: tristeza, miedo, alegría… 

A mi regreso a casa, sentí de nuevo, más que nunca,  esa sensación de estar fuera de lugar y curiosamente me quedé sin emoción, sin fuerza, sin ganas de vivir.

Me puse a trabajar en la gestoría administrativa y agencia de seguros familiar, sin embargo, ahí seguía, siempre esa sensación de no estar en el lugar «correcto». El impulso constante de buscar algo nuevo me llevó a estudiar cursos de inteligencia emocional, reiki, pilates, crecimiento interior, PNL, Feng-Shui, organización profesional… y a conocer personas que me ayudaron y siguen ayudando mediante sus enseñanzas.

Otra de mis pasiones y que aquietaba ese sentimiento de “fuera de lugar”,  es viajar. En el momento menos oportuno, decidí viajar a Nepal, India y Bután.  El guía un antropólogo nepalí, me fascinó con su forma de ver el mundo, su comprensión ante las diversas formas de relacionarnos.

De ahí a ser antropóloga restaban unos años en la UNED,  y unos cuantos libros.

Empecé a darme cuenta de cómo mi mente pretende controlarlo todo y sin embargo, otra parte de mí se empeña, cuando ya ve su vida planificada, en destruirla.

En 2015  viajé a Mallorca, sentí con todo mi ser que ese, era mi hogar.  Por primera vez sentí «mi lugar». Lo que por entonces no podía imaginar es que nueve meses más tarde, regresaría para construir una nueva vida en la isla. 

En ese intervalo de tiempo,  tuve un suceso que cambió mi visión y relato para conmigo misma; durante una semana asistí a un retiro de silencio, siguiendo las prácticas de plena consciencia de Thich Nhat Hanh. Allí sentí de nuevo, con todo mi ser lo que significaba estar presente, estar en el lugar correcto y conectada a algo mucha más grande que yo.

Me di permiso para mostrarme, para poder disfrutar de los regalos que la vida me ofrece. 

Abandoné mi vida planificada, ordenada y decidí vivir mi aventura,  re-construirme de nuevo en la isla mágica. 

Continúe mi formación descubriendo diferentes formas de acompañarme y acompañar a través de la Terapia Gestalt, con las Constelaciones Familiares y Organizacionales. 

No sé hacia dónde me lleva esta etapa,  tengo claro que me presenta personas, experiencias y relaciones auténticas. Después de cada encuentro veo en sus ojos y en los míos esas ganas de vivir, de amar y de descubrir una nueva mirada. 

Mi deseo es compartirlo contigo.

Prometo que nada saldrá como esperamos, sino mucho más hermoso, fácil y real.

La vida nos impulsa y ese impulso, como decía Bert Hellinger,  está en consonancia con la gran felicidad.